La vida en sí es relativa. Semejante afirmación encierra en sí misma una contradicción, pues si la vida es relativa, no se puede afirmar que lo sea (¿sería un concepto relativo no?). Pero vamos, que tampoco pretendo entrar en un bucle sin fin, mejor vayamos a lo que nos puede afectar en la vida cotidiana.
Reinicio: La vida en sí es relativa. ¿Alguien me puede decir una sola verdad absoluta? Bueno sí, seguramente la ÚNICA verdad absoluta del Universo es que las moscas son unos entes con una sola razón de ser, a saber: molestar, dar por culo y propagar enfermedades. Aparte de esta, dudo que alguien pueda enumerar alguna verdad absoluta.
Basamos nuestra vida y nuestras acciones en nuestro propio concepto del mundo, que nos construimos en base a nuestra personalidad, y nuestra personalidad está condicionada en gran medida por la moralidad. Es en los terrenos morales donde probablemente la relatividad alcanza su máximo esplendor. El bien y el mal, la justicia e injusticia, correcto e incorrecto… TODO es relativo. Si escogiéramos 1.000 personas al azar, apuesto mi mejor dedo (con uña) que obtendríamos 1.000 visiones diferentes del mundo en que vivimos, lo cual nos puede llevar a la conclusión de que todos estos conceptos no existen en realidad. O si no queremos pecar de radicales, que todos estos conceptos son relativos.
Ahora bien, si nos construimos la personalidad en base a que todo es relativo corremos el riesgo de que todo nos de igual. Una persona sin moralidad alguna tiene casi todas las papeletas de convertirse en un bicho de los gordos. Pero una persona que construya su personalidad con fuertes convicciones morales infundadas, seguramente ya es un bicho de los gordos.
Entonces… ¿por dónde tiramos? Pues por donde se debe tirar casi siempre: por la senda intermedia. Es decir, construir una moralidad que sepa que la moral es un concepto relativo. A que suena imposible eh. Pues no, no lo es. Digamos que se trataría de una moralidad reflexiva. Asumir como propios conceptos morales inculcados por la sociedad, iglesias varias o de donde vengan supone el principio del caos interno. Es más recomendable analizar el por qué de las cosas y construirnos nuestra visión del mundo acorde a nuestra forma de ser.
Tener en cuenta lo relativo que es todo, sin duda es una ayuda para poder disfrutar de una visión más amplia del mundo que nos rodea, y tener una visión más amplia de las cosas nos enriquece y permite elegir mejor. A menudo cometemos el error de juzgar y sentenciar sin la más mínima reflexión, y semejante combinación no suele reportar beneficios.
Sobre todo, lo interesante es tener una amplia visión sobre los propios actos. Es decir, ver nuestros propios actos, pensamientos, intenciones… vernos y analizarnos a nosotros mismos desde varios puntos de vista. Aquí es cuando entra en acción aquello de ver la pajita en el ojo ajeno y no ver la vigueta en el propio, pero los beneficios son realmente interesantes.
Lo curioso es que una moralidad “reflexiva” no suele ser bien vista por las moralidades digamos que instauradas. Pero ese tema lo abordaré en futuras entregas, que hay bacalao que repartir a diestro y siniestro.
De momento, sirva esta pequeña introducción como principio de algo, o como mero pasatiempo. Porque, claro está, todo lo aquí expuesto es relativo.
PD: Si acaso alguien conociera o conociese alguna utilidad de las moscas con cualquier tipo de beneficio hacia terceros, que lo exponga, a ver si así las veo con mejores ojos.
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